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miércoles, 31 de agosto de 2011

Atentados terroristas del 11 de septiembre, 10 años después

El 9/11 dio inició la guerra contra el terrorismo
El próximo 11 de septiembre o 9/11 se cumplen diez años de los ataques terroristas a Estados Unidos realizados por la red Al Qaeda y que fueron ejecutados bajo la dirección de su líder Osama Bin Laden.  Si bien Osama Bin Laden fue capturado y murió durante el operativo que ejecutó el ejército estadounidense en Pakistán, las heridas que dejaron estos ataques aún no sanan por completo y la guerra contra el terrorismo aún deja centenares de víctimas todos los años.

 11 de septiembre de 2001
 Las imágenes quedaron grabadas en la memoria de todos: en la soleada mañana del 11 de septiembre de 2001 dos aviones se incrustaban contra las Torres Gemelas del World Trade Center, en Nueva York, que caerían desplomadas pocas horas después, cuando ya  se conocía que otra aeronave impactó al Pentágono en Washington y que una más se estrelló en un campo abierto en Pensilvania.

Diez años han pasado desde esa fatídica escena en la que el terror sacudió a Estados Unidos dentro de sus fronteras, una mañana que una década después ha cambiado al mundo y que marcó el comienzo del Siglo XXI.

El temor es el principal factor, que desde los ataques del 11-S, se incrustó en el núcleo de la sociedad. Primero, y con más fuerza, fue  en Estados Unidos, pero luego se expandió por Europa por cuenta de los ataques dentro de algunos de sus países como España o Reino Unido. Para contrastarlo, basta con revisar cómo se han reforzado los controles de seguridad en los aeropuertos de todo el mundo, y cómo ahora las personas perciben con normalidad esas exhaustivas medidas.

“Ahora existe un mayor miedo hacia el terrorismo. La amenaza ha sido exagerada, lo que ha aumentado nuestra paranoia. Una razón es que nuestros líderes han utilizado la amenaza terrorista para generar apoyo para temas que no están relacionadas con ella, como la guerra en Irak y el aumento de los gastos de defensa”, asegura Benjamín Firedman, investigador en temas de Defensa y Seguridad Nacional del Cato Institute, en Washington.

En esa sintonía, la profesora Nikole Hotchkiss, de la Facultad de Sociología en el Kenyon College, de Ohio, opina que “en líneas generales quienes vivimos en los países desarrollados lo hacemos con más miedo después del 11-S. Creo que ha cambiado nuestra conciencia sobre el terrorismo, en particular sobre la existencia de grupos extremistas islámicos. Nuestra paranoia ha aumentado con respecto a ciertos grupos”.

El enemigo

Los ataques del 11 de septiembre, 9/11, perpetrados por el grupo extremista Al-Qaeda, satanizaron a los musulmanes y árabes en el mundo occidental. De acuerdo con el artículo 'The Expulsion From Disneyland' (La expulsión de Disneylandia), publicado por la Asociación Estadounidense de Psicólogos (APA, por su sigla en inglés), “cuando los responsables no pueden ser castigados directamente, la gente arremete contra objetivos que perciben similares, en algún aspecto, a quienes cometieron el ataque”.

Estos expertos también  analizan el impacto de los ataques del 11-S, una década después de ocurridos y afirman que, según una encuesta realizada en 2010 por la firma Gallup “el 43% de los estadounidenses aceptó tener un “pequeño” prejuicio hacia los musulmanes, y un 53% reportó una visión desfavorable de la fe islámica”.

Estos especialistas también señalan que, además de ese creciente prejuicio, se generaron otros factores de diferente duración en la sociedad estadounidense. Por ejemplo, creció la disposición a ceder derechos y libertades civiles para tener más seguridad, de igual manera en que se exacerbó el patriotismo y se incrementaron las donaciones y el compromiso social.

Osama Bin Laden, cerebro del ataque, se convirtió entonces en el hombre más buscado por Estados Unidos, tanto es así que la mayor potencia militar del mundo inició una invasión en Afganistán para encontrarlo.

Su muerte se anunció el pasado 2 de mayo, en una operación que reveló pocos datos y que terminó, aparentemente, con el cadáver del terrorista en el fondo del mar.

La representante demócrata Jane Harman, que perteneció al Comité de Inteligencia de Estados Unidos, considera que la batalla contra Al-Qaeda está lejos de terminar. “Creo que veíamos a Al-Qaeda como una organización monolítica... creímos que si acabábamos con su cabeza, el resto se desmoronaría. Pero mutó en una organización horizontal con afiliados en todo el mundo, y creo que ahora es más letal que nunca”, afirmó en el programa de radio Talk Of The Nation que trasmite la National Public Radio.

Friedman, por su parte, tiene una concepción diferente. “No creo que haya una guerra contra el terrorismo. Creo que estamos ganando la batalla contra Al-Qaeda, pero eso es porque esa organización estaba mucho más fracturada y débil de lo que nuestros líderes  creyeron”.


Lo que sigue después del 9/11

Ante el miedo creciente y la imposibilidad de frenar los ataques terroristas en el planeta se plantea entonces la pregunta sobre si se está ganando la guerra al terrorismo.

Para la profesora Hotchkiss “la guerra contra el terrorismo es similar a la que se libra contra las drogas, una batalla que no se puede ganar ni perder. Primero porque no hay un consenso sobre qué es 'terrorismo'. Segundo, porque entendemos que un conflicto se gana en el contexto de una batalla entre naciones donde están establecidas las maneras para determinar esas victorias”.

Y agrega que “tenemos que comprender que el terrorismo no pertenece a una religión o a un grupo étnico. Está sustentado en cometer actos violentos para intimidar a las personas y promover las creencias políticas del algún colectivo. Eso existe en todos lados”.

Han pasado diez años desde los ataques del 11 de septiembre de 2001 y no se ha podido llegar a un consenso sobre el concepto del terrorismo ni cómo combatirlo. Friedman, por ejemplo, considera que no hay una guerra contra este fenómeno porque "no se actúa de manera global y unificada" y añade que "lo que mejor funciona contra el terrorismo no es la guerra. Espero que dejemos de concebir el contraterrorismo como una guerra, en vez de labores policiales y de inteligencia”.

Lo que sí está claro es que el temor a nuevos ataques persiste y que nadie los puede dar por sepultados.

Harman, en el programa Talk Of The Nation, aseguró que teme por ataques, no masivos como los del 11-S,  pero sí en acciones “convencionales” y apunta que, posiblemente, serían perpetrados por “gente de cosecha propia”.

En el especial de APA, el artículo 'What Should We Expect Alter the Next Attack?' (¿Qué debemos esperar tras el próximo ataque?), concluye que “la mayoría de los estadounidenses superarán intactos el próximo ataque... Cuando han sido puestos a prueba, han demostrado que pueden ser tan fuertes como cualquier otro país. Y lo harán una y otra vez si es necesario”.

Pero la paranoia no es un bien exclusivo de los estadounidenses, las alarmas también ponen los pelos de punta al otro lado del Atlántico. Un ejemplo claro ocurrió el pasado domingo 7 de agosto en Roma, cuando los carabineros desalojaron el Coliseo ante la amenaza de una bomba que resultó ser una inocua lata de refresco. "Se trató de una broma de mal gusto o de la acción de un loco", aseguró el alcalde de la ciudad, Gianni Alemanno.

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