En este mundo globalizado y conectado a las redes sociales, no es descabellado pensar que los vientos de libertad que ahora recorren Oriente Medio y el Norte de África puedan llegar al vecindario. La huelga de hambre que desde hace 23 días adelantan 83 jóvenes en Venezuela crece con inusitada fuerza, y para hoy está convocada la "Operación Libertad" a favor de 27 políticos presos.
No debe estar preocupado Hugo Chávez con la posibilidad de que llegue a su país su homólogo libio, Muamar el Gadafi, como lo sugerían ayer varios medios internacionales después de las violentas protestas en Trípoli, pues el Presidente de Venezuela tiene buena química con los dictadores. De hecho, hace dos años Chávez lo condecoró y le entregó la Orden del Libertador Simón Bolívar.
No. La gran preocupación del mandatario venezolano es que el efecto contagio que se vive actualmente en el mundo árabe y el norte de África llegue a las propias puertas del Palacio de Miraflores. La huelga de hambre que desde hace 23 días adelantan 83 jóvenes universitarios por lo menos en 10 estados viene ganando fuerza y visibilidad internacional y podría ser el comienzo de una masiva participación ciudadana con la que Chávez no contaba.
La "Operación Libertad", como han llamado los estudiantes esta nueva protesta contra el régimen socialista de Chávez, ya tiene seguidores en otras partes del Continente, y la OEA ha metido baza para que Chávez respete las peticiones de la sociedad civil y de los partidos de oposición, que reclaman el derecho a la información y la libertad, no de los presos políticos, sino de los 27 políticos presos en Venezuela, que es distinto. Chávez ha negado todos los permisos para la visita de José Miguel Insulza, Secretario General de la OEA.
Pero como pasa con los dictadores disfrazados de demócratas, el Comandante venezolano desoyó las peticiones del pueblo y contestó con una orden para los militares: "prepárense para lo peor, porque el imperio prepara un nuevo ataque". El viejo truco de inventarse al enemigo por fuera, cuando por dentro a Chávez lo asedian los problemas de corrupción, las altas cifras de criminalidad, una economía en franco deterioro y una sociedad cada vez más hastiada de sus excentricidades y despropósitos.
Si bien son contextos distintos los que hoy se viven en Oriente Medio como para pensar que algo parecido podría ocurrir en Venezuela, sí hay elementos comunes en ambas manifestaciones: la presencia activa de los jóvenes y el papel que puedan jugar las Fuerzas Armadas en el desarrollo de los acontecimientos, para bien o para mal.
No es gratuito que el Presidente de Venezuela haya preparado una coartada contra la oposición, la semana pasada, cuando en la celebración de un aniversario más del Congreso de Angostura, en el Estado Guayana, puso como orador de la orden al general en jefe Henry Rangel Silva, el mismo que semanas atrás había dicho que las Fuerzas Militares no reconocerían ningún triunfo distinto al de Chávez en las presidenciales de 2012.
La oposición, ahora más activa e inteligente, no mordió el anzuelo con el que Chávez buscaba legitimar a Rangel Silva, vinculado, además, con el confeso narcotraficante Walid Makled, actualmente preso en Colombia y solicitado en extradición por Estados Unidos y por Venezuela.
Para hoy está convocada una gran movilización de jóvenes en Caracas y sería una buena oportunidad para que Chávez entienda que con él también puede ser cierto aquello de que "cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar". O si no que le pregunte a su amigo, el dictador Gadafi.
Fuente: Elcolombiano.com